Nació en Valencia y posee raíces andaluzas y castellanas, pero Pablo Covaleda encontró en Teruel su verdadero hogar. El traslado de sus padres a la ciudad y, más tarde, el encuentro con la que se convertiría en la mujer de su vida, fueron motivos más que suficientes para que decidiera quedarse y echar raíces en la capital turolense. Desde entonces, su nombre está estrechamente ligado a la vida educativa del Colegio La Salle.
Aunque ya está jubilado, fue profesor de Química del colegio durante décadas, Pablo no solo enseñaba fórmulas y reacciones: enseñaba a observar, cuestionar y descubrir. Su vocación no entiende de límites y en la actualidad, sigue siendo una figura imprescindible en los pasillos del centro. Amante de la fotografía, la música y, sobre todo, apasionado de la ciencia, continúa dedicando parte de su tiempo a contagiar esa curiosidad a los alumnos más jóvenes siendo capaz de transformar el laboratorio en un espacio mágico donde la ciencia se hace tangible y emocionante.
Este curso, Pablo ha vuelto a colaborar con el colegio impartiendo sesiones de laboratorio para los cursos de 5.º y 6.º de Primaria, donde ha preparado prácticas sobre disoluciones y flotación explicando conceptos que a menudo podrían parecer complejos de manera clara y atractiva. Cada sesión es un viaje donde los experimentos se convierten en historias, y los tubos de ensayo y probetas son herramientas para descubrir el mundo. Los estudiantes no solo aprenden conceptos científicos, sino que quedan cautivados por su forma de explicar y por su entusiasmo contagioso. Su capacidad para explicar, experimentar y transformar la ciencia en una experiencia fascinante sigue siendo una de sus mayores virtudes.
Su compromiso con el laboratorio del centro viene de lejos. Durante años, Pablo dio vida y personalidad a este espacio, recuperando material histórico y reuniendo auténticas piezas de colección que hoy forman parte del patrimonio educativo del colegio. La reciente remodelación de los laboratorios ha reforzado aún más su legado, convirtiéndolos en un entorno moderno en el que la ciencia se vive y se toca y creando un entorno seguro y lleno de posibilidades para que los alumnos exploren, pregunten y se sorprendan.
Más allá de su jubilación, Pablo Covaleda continúa demostrando que enseñar no es solo una profesión, sino una forma de estar en el mundo. Su dedicación, su compromiso y su inagotable vocación científica siguen inspirando a generaciones de alumnos que, gracias a él, descubren que aprender puede ser una aventura extraordinaria.
Para llegar a más personas, Pablo Covaleda creó su propio canal en YouTube: Experimento a la vista, con 3,75K seguidores. En él comparte experimentos y demostraciones científicas pensadas para acercar la química a cualquier persona. Su objetivo es mostrar que la ciencia puede ser divertida, educativa y parte de la vida cotidiana.
Pablo disfruta enseñando a su nieto, quien con cariño llama al laboratorio “experimentario”. Juntos preparan divertidos experimentos en casa. Para él, estos momentos son mucho más que práctica científica, es tiempo compartido lleno de curiosidad, aprendizaje y diversión, donde su pasión por la ciencia se vive en familia.
Tras varias décadas transmitiendo sus conocimientos, a día de hoy, sigue demostrando que la enseñanza y el deseo de seguir cultivando su afición no terminan con la jubilación. Su interés, su entrega y su amor por la ciencia continúan iluminando los laboratorios y, sobre todo, los corazones de quienes tienen la suerte de aprender de él. En Teruel, Pablo Covaleda no es solo un profesor: es un ejemplo de cómo la vocación, la dedicación y el cariño por lo que uno hace pueden cambiar vidas. Para él, la ciencia es también un refugio y una forma de evasión, un espacio donde sumergirse y seguir disfrutando de aquello que siempre le ha hecho feliz.


